Esta habitación
vértice blando
poco fiel a la morfología de la cifra
cobija una geografía de voces ahuecadas por el uso
olor que deja el agua de las cañerías rotas sobre las cabezas
vacuidad de los objetos que de tanto querer decir
me devuelven el grito sordo del volumen agotado en la palabra
Me he quedado con su óxido bajando hacia el estómago
y su bacteria oculta tras los signos de la nieve y los colchones
En este espacio en ruinas
no hay nada para mí más que la certeza del destierro
la evidencia de la mudez y su ceniza
He entrado en la habitación con el tacto y las miradas del extraño
y he visto como el falso espejo de lo mío
me devolvía los oídos, la lengua y los ojos
todo aquello que con su nombre
alimenta al animal de lo que existe.
Julio Espinosa Guerra
viernes, 22 de abril de 2011
NOMINAE
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