miércoles, 9 de noviembre de 2011
Puerto Real, 1967
LA LONJA, pescadores, un olor
a sal sobre las redes
y mi padre rondando las esquinas.
Las calles, los ruidos del mar
cubren la noche,
y la voz de mi tía
que llamaba mi nombre
una vez y otra vez.
Hasta la boda todo fue imperfecto.
Después nadie entendió que quise regresar
y acabé como siempre, con tres años:
caliente y cabreado.
Descubrí los sentidos.
No hay brumas en el puerto,
pero hay libertad, arena
y mucho miedo.
Javier Sánchez Menéndez
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario