A veces, llovía como ahora
de una forma callada,
y todo quedaba quieto.
Era una quietud de sueño gastado
un silencio de piernas largas,
un refrescar extraño.
Crecían más las hojas entonces
y cercana a la ventana, la tarde,
abría surcos para morir en la tierra.
A veces, llovía como ahora y después,
las habitaciones eran agua y también los armarios,
y había que dejar en aquellos momentos
que la vida se hiciera cargo
de la voz enmudecida,
del llanto de las ventanas hacia dentro.
Mamen Alegre
1 comentario:
Ese llanto de las ventanas hacia dentro, duele en el alma,... Saludos:)
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