Pero a veces escondida y minúscula
observas te introduces
en esos labios y en esos pies llagados
que bien podrían llegar a ser los tuyos
Y entonces tu dolor se apacigua
y se olvida de ti
Y cuando todo parece ya extinguirse
a pesar del ahínco de tus ojos y manos
de pronto te sorprende un mínimo destello
Una puerta levemente entornada
que te invita
al rumor de sus goznes abriéndose
De nuevo a descalzarte y a beber en su cuenco
Y entonces la vida tan insignificante
su sin sentido llama a tu corazón
y tú lo escuchas:
y vuelves como a un adolescente
a ofrecerle y a darte otra oportunidad
Goya Gutiérrez
domingo, 27 de noviembre de 2011
DE SU REVELACIÓN (Fragmento) XIV
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