Silencio, silencio, pues está la noche enamorada,
los álamos quietos como pétreas forjas
de balcones imposible, silenciosos,
como las encinas rotas, los alcornoques,
y los robledales que emergen de mi ventana fría.
Silencioso es el canto de los pájaros dormidos
que aletean cansados las plumas del sueño,
como las campanas quietas y quejumbrosas,
forzadas a las sombras sus torres marchitas,
como la rosa que sustituye sus pétalos dorados.
Silenciosas las aguas con su monótono llanto.
Silencioso el llanto del recién nacido
y la madre amorosa abierta a la vida.
Silencio, silencio, pues está la noche enamorada. ´
José Cercas
lunes, 9 de enero de 2012
Silencio
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