una píldora de ingenuidad empapelada.
Amarillo, como el devenir,
que ensaliva de sepia y espanto los apuntes viejos
al profanar la carpeta adolescente,
que tiñe y arruga la piel de la fruta
solo mordida por el polvo.
Un pegamento dental para saborear, sin palabras,
la dulzura ácida del amor excomulgado.
Por eso no me lo como, lo guardo
Estela Puyuelo
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