viernes, 2 de octubre de 2009

Desnudos




(Adioses. Ausencia. Regreso)

Nacía, gris, la luna, y Beethoven lloraba,
bajo la mano blanca, en el piano de ella...
En la estancia sin luz, ella, mientras tocaba,
morena de la luna, era tres veces bella.

Teníamos los dos desangradas las flores
del corazón, y acaso llorábamos sin vernos...
Cada nota encendía una herida de amores...
-El dulce piano intentaba comprendernos.-

Por el balcón abierto a brumas estrelladas,
venía un viento triste de mundos invisibles...
Ella me preguntaba de cosas ignoradas
y yo le respondía de cosas imposibles...



J.R. Jiménez


1 comentario:

Anónimo dijo...

necesito compartir con un público "inexistente lector" las cuitas literarias que me agobian en momentos de infinita tristura. ¡Ay, ay, ay, la pena honda!