domingo, 18 de abril de 2010

Gris de mi ser que me persigue



Daría mi sombra,
gris de mi ser que me persigue,
por espirar el duelo
y arañar la estela del naufragio.

Todo síntoma que recorro
me conduce al centro
que en mí escarbo.
Toda calentura que palpo
orienta a la certeza
el sentido inconcluso de mis dedos.

Verdades abiertas de la herida
y pupilas amantes de la sangre
que exigen atravesarme en la tormenta.
Vendavales llenos de mañanas
que recorren mi valle,
garganta abajo…
hasta el vientre…
hasta más allá de lo punible.

Siena. Es el color de la víscera
que apuntala mi cuerpo.
Porque de tierra es el crisol
en donde arraigo,
sin más habitabilidad
que el barro simple del que libo.
Tierra. Mineral nostálgico del abrazo
para yacer, honrar y laborar
cada vez que el oxígeno me invade
y aquilata la arqueta del amor.

Daría mi sombra,
gris de mi ser que me persigue,
por endulzar la boca
y anudar un señuelo a la sonrisa.



Laura Gómez Recas


4 comentarios:

ybris dijo...

Sombra que nos persiga tenemos todos.
Conciencia de duelos, naufragio, heridas, sangre, vendavales, barro sólo algunos.
Justamente aquellos que darían todo por poder aflorar su íntima verdad como quien espira o como quien sonríe.
Aunque tenga la apariencia de un señuelo.

Denso y sentido, Laura.

Besos.

Laura Gómez Recas dijo...

Gracias Ybris, por esta lectura y por tu fidelidad a mis versos. Es un honor contar contigo.

Quiero dejar aquí mi agradecimiento a todos cuantos han entrado en este espacio, buscando mis poemas y, sobre todo, a Fernando Sarría por su generoso ofrecimiento.

Entre Hierro y Sabines. No me puedo quejar...

Un abrazo,
Laura

Ángel Sobreviela dijo...

He aquí una bella imagen, en un poema al que persigue la sombra:
"Todo síntoma que recorro
me conduce al centro
que en mí escarbo. "
Nuestro centro es una sombra permanente. Lo que aferra un puño cerrado al mediodía.

Buena cosecha de versos la de esta semana, Laura.

Marcos Callau dijo...

Precioso final: "anudar un señuelo a la sonrisa". Muy bonito, Laura.