sábado, 3 de abril de 2010

Los colores de Astartet

La muchacha, muy joven, figura de Astartet y largo cuello donde anudar
los más bellos pañuelos de seda, si pudiera comprárselos, camina por la calle
entre los brazos del chico morenísimo
al compás:
- una sabiduría que sólo corresponde a la naturaleza.


Astartet, top amarillo y un pantalón naranja
más ceñidos a su cuerpo
que la respiración de él, cuesta abajo por la avenida de Puente Virrey.
Ella, mujer
a la que siglos de lluvia han puesto al descubierto exactamente en este lugar,
camina cantándole una canción a su novio, el de siempre.
Una canción alegre. Una canción tan alta
que restaura a brochazos los balcones del barrio,
que derriba el jazz metálico de la circulación,
y que se cuela en forma de deseo entre los tipos sin apellidos
que llenan las tiendas a la hora de las últimas compras para la cena.


Top amarillo y pantalón naranja:
serán esos colores por los me ha llamado
la atención. Y no por su alegría,
como hubiera debido.
Y pienso:
¿quién le ha dicho a esta muchacha que no pueda vestir
la túnica de plata de Astartet?

2 comentarios:

ybris dijo...

Personas que se muestran como dioses y tiñen con su altura la anodina existencia de los mortales.
Es su figura, su vestimenta, su alegría o su modo de andar.
O quizás el deseo que todos llevamos dentro de elevarnos.
Podrían llamarse Afrodita o Ishtar y podrían ostentar con orgullo la túnica de plata de Astartet.

Encantador poema, Luisa.

irene dijo...

Estas mujeres valientes y guerreras que destacan de cualquier forma, con top amarillo o con túnica de plata, la energía la llevan dentro.
Las hay también en el siglo XXI.
Un beso, Luisa.