jueves, 1 de julio de 2010

CARTA ÍNTIMA DE SANCHO A DULCINEA







Eres, vestida de luz, y cera, y férrea postura de cirio…

A tu forma,

¡Eres tan feliz en tu inconsciencia!



Y sin embargo yo, mirándote,

no consigo más que hilvanar el horizonte,

apresurar mi respiración

hasta cubrir de armonía mi envidia

y subirme…

bajarme…

paladear de nuevo el intermedio.

Hoy te rezo porque aprendo a creer,

y mi vigilia y oraciones,

incluso mi postración ante tu imagen

–mero animal domesticable–

son inútiles de redimir.

Por eso,

ante esos ojos asentados en los míos,

limpios como un dedal de muerte exacta,

reconozco lejano el sentido de la vida,


me atravieso el amor en la garganta

y camino, enjugando cada paso

a favor del amigo y renqueante amo.

Mi querida,

aún nos queda una opción mundana:

reconocer la esencia entre no sé que cosas nuestras,

abastecer, deshacernos del criterio

y resolvernos entre todos hasta la metamorfosis.




Rafael Saravia


1 comentario:

NoeMi dijo...

"¡Eres tan feliz en tu inconsciencia!" me encanta este verso, la inconciencia es uno de los pocos caminos que conozco hacia la "felicidad"...Muchos sentimientos han sido encerrados en este poema.