jueves, 30 de septiembre de 2010

Mientras reste un hálito




Mientras reste un hálito
brillará su belleza.
Busco el invierno frágil donde anida
la alondra sin curso de la sombra.
Busco, el invierno sin curso de la noche
donde anida la flor y nuestra estrella.
Mas el silencio es una orilla granítica.
Ausente la palabra y su silencio
la persigo y la busco tras la página
exento cual ciprés de cementerio.
Inútil buscarla por las calles,
jardín donde se funden nuestras huellas
con el instante y brillo de sus ojos.
Logras atenazar el movimiento,
el palpitar de la página en blanco
y el fugitivo ritmo de las sílabas.
Pero la espiral en su veloz trayectoria
destruye el reflejo de las estrellas
y nosotros, inmóviles, huimos.
Luciérnagas ante el espejo roto
vivimos la soledad de las manos
y el latir de los pasos en la noche.
Negación del tiempo que lucha yerto.



Enrique Villagrasa


miércoles, 29 de septiembre de 2010

Su recuerdo es...





Su recuerdo es
lágrimas en las manos.
Tarde de agosto
noche de verbena
un pequeño sobre azul.
Sólo me sostiene la distancia.
Y la lluvia gélida con su música
desgarra mi alma:
derrama dolor el cáliz.
Vasos de nada en la nada
atormentan cantares,
y la noche en blanco, sin estrellas,
precipita el hálito lacerante.
Sombras que se ciernen,
que se ciernen en mi entorno:
cual manto de muerte,
como tentación de huida.
Huida hacia ninguna parte.
Y fluye,
fluye el absurdo, ciprés altivo,
y exento queda anclado, nuevamente,
en el cielo gravitante de la playa.
Allá, donde la tarde se enciende.



Enrique Villagrasa


martes, 28 de septiembre de 2010

Hoy nada sustenta mi vacío





Hoy nada sustenta mi vacío,
ni el granítico otoño, ni los rostros;
camino con mi miedo tras las palabras
de una incesante búsqueda frustrada.
Estreno invierno hurtando ensimismado
el horizonte y las playas que caen
y yo, declino siempre en desaliento.
Volví a verte mujer tenaz y fría,
aquel tu rostro vano, tan hierático
y sólo sentí el vacío en mis brazos.
Otra arena ha de haber mejor que ésta.
Cada esfuerzo está condenado
y yo frío y ella tan lejos.
¿Hasta cuándo estaré en esta orilla?
Si cierro los ojos veo las playas de mi vida;
¿dónde mis años perdidos, dónde?
Otro paisaje me espera, quiero vagar por él,
recorrer su arena cuando el rocío,
pisar sus olas en primavera.
Quiero hacerme viejo con sus conchas
y en mi casa encanecer junto a ella.
Aquí no está mi sitio.
A mi oído grito su nombre.



Enrique Villagrasa


lunes, 27 de septiembre de 2010

Luego, un poco de arena en el paisaje




Luego, un poco de arena en el paisaje
hasta que la densidad nos envolvió.
Y entonces en la playa
el sensual contacto de nuestros cuerpos;
manos juntas, juntos los labios.
Amo la vida, mi vida
que sólo sueña lo que no ha sido:
mi futuro no lo acierto,
ni recuerdo mi pasado siquiera
y en el presente tan sólo sueño.
Mas quiero ser y ser contigo,
espero, puedo esperar
y ser, ser por la arena.
El viento del lienzo
anuncia, me anuncia, un sitio
y tu lejanía me proyecta hacia ti
soñándote, viéndote a mi lado.
Terminé tu retrato ayer, al atardecer.
Ahora, lo miro con todo detalle.
Me abraza el triste gesto de la lluvia
y la congoja parda de la tarde
y el humo del silencio, y tan grave
que quedo convertido en confusión.




Enrique Villagrasa


domingo, 26 de septiembre de 2010

Semana de Enrique Villagrasa





GRANADA




Luna roja
He probado el fruto amargo de tu vientre
No volveré a ver la luz del día.


Carlos Bozalongo


sábado, 25 de septiembre de 2010

PRIMERA VEZ




La primera vez es tu olor
Y el sabor de tus labios
En la sazón gozosa del verano
También es un paréntesis
Entre tu madre y un coche de línea
Que toma cuerpo en un sofá
De una casa cerrada
Con aroma a capilla y barrio obrero

Y ahora cierro el paréntesis
Y mi pierna reposa entre tus piernas
Duermes a mi lado boca abajo
Y es otra vez tu tacto
Tu calor de mujer
Apenas contenido en ese cuerpo
De niña que no aguanta
El rancio aroma de las sacristías
De las casas vacías / de las vidas
Muertas / cerradas / sin apeadero



Carlos Bozalongo


viernes, 24 de septiembre de 2010

TORRERO





Volver al barrio siempre es una huída

Mario Benedetti




Me piden que os hable de mi barrio
Que convoque aquí como si tal cosa
Las calles y las plazas
De Torrero de Venecia de la Paz
De los montes y de los pinares
Que convoque aquí
En este círculo de palabras mal medidas
El canal y las graveras
Las tiendas del barrio los hombres las hormigas
Ya que estamos quizá también
Debería hablaros del progreso
De las comunicaciones y de las incomunicaciones
Y aunque no huelan tan bien
Como para ser expuestas internacionalmente
De las chabolas de la cárcel y del cementerio
Ya puestos podría convocar hasta a la Historia
Pero sería tanto como hablar de la muerte
Y de los barrancos donde habita

Sin embargo lo mío
Francamente
Os lo confieso
No son las convocatorias
Ni los círculos mágicos
Nunca se me dieron bien
Las redacciones escolares
Ni mucho menos los panegíricos
Yo
Como ya os habrán advertido
Solo tengo de brujo lo que tengo
De aprendiz de poeta
Y es oír barrio
Y no puedo pasar más allá de la palabra barrio
Pronuncio sus letras
B A R R I O
Y es lo mismo que atreverse a decir Hombre
Lo mismo que abrir los ojos
Y encontrar que la mañana nos aguarda
Con las calles puestas
Con su afán
Con su mercadillo abierto
Con sus voces de mujeres y de hombres
Con su canto de canarios enjaulados
Y su olor a verdura y a tripas de pescado

Y así digo barrio
Y me sabe la boca a pan recién comprado
A pan caliente que exige paciencia
Que pide espera para entregarse
Para alimentar dos veces
Con la miga de las conversaciones
Y la corteza endurecida de la vez dada
Del lugar conseguido entre los iguales

Lo digo una vez más
B A R R I O
Lo repito y va perdiendo
Su arbitraria articulación de nombre
Y suena entonces como perro vagabundo
Suenan sus erres a autobús proletario
A aceras rotas
Donde la vida enseña sus dedos verdes
Suena a canteras y graveras
Suena a bullicio de bares y de mercados
Y en la o que lo cierra como un círculo
Suena
En suma
A vecindario
Escribo luego barrio
Y en cada letra hay un olor
Hay una tarde que se llenó de esperanzas

Lo leo

B A R R I O

Y descubro también sus sombras
Está lleno de nombres de amigos
Enrique César Susana
Juan Conchi Yolanda
Y tantos otros definitivamente olvidados
Está lleno de hombres que fueron
Padres tíos o hermanos
De profesores que sabían enseñar
Con ilusión y con sorpresa
Fernando Tomás
Rosendo
Poeta de guardia en el bar Valencia
Y también Luis y Koldo y José Antonio
Y está lleno sobre todo de vecinas
Que eran madres de repente
La señora Marce
La señora Tere…

Algunos se fueron
Todos se quedaron cuando yo me fui
Y hoy que los nombro
Me llenan de sombras
De nombres y rostros perdidos
Desvanecidos sin una simple despedida
Con previsión de un luego un pronto o un mañana
Porque es fácil ser hijo
Ser hermano o amigo
Ser vecino
Cuando el tiempo nos pertenece
Cuando huele y sabe y tiene piel
Y una tarde dura lo que dura una tarde
Que puede ser toda una guerra
Toda una cacería de lagartijas
Un partido una batalla
Una conversación o un beso
Un disco de Hendrix o los Cramps
Que da vueltas en otoño bajo el humo verde del hachís
O un simple paseo con olor a caramelos
Pero siempre nos equivocamos
Siempre erramos
En las cosas que más queremos
Y el olvido las ocupa y las habita y nos desaloja
Y se escapan los rostros y los nombres
Como se escapa el autobús mientras inútilmente lo perseguimos
O definitivamente nos resignamos

Pero el caso es que no puedo engañaros
No puedo hablar del barrio que ya no habito
Son ya diez años de lejanía
Puedo eso sí
Contaros cómo habita en mí
Esa república de mujeres y de hombres
Cómo Torrero cómo la Paz me llenan de calles / me hacen plaza
Cómo siguen enseñándome a ser hombre
Con dignidad de niño que aprende a ojos llenos
Cómo me hago yo mismo barrio
Cuando tomo la palabra
Por el gusto de hablar con los prójimos
Y soy entonces el cónsul de Torrero
El anfitrión de la Paz allí donde ahora soy
Una vez más vecino

Pero para que no haya malentendidos
Antes de nada quiero que conste
De palabra y por escrito
Que de Torrero no me fui
Me desterraron por libre oposición y falta de sesera
Me exiliaron de mi vida y de los míos
Me dejaron bien claro
Que no había un lugar para mí
En sus listados de vacantes y comisiones de servicio
Bien sabes tú que ahora me escuchas
Cuánto dolor había en el recuerdo de nuestra casa vacía
Cuánta añoranza de nuestros pasos por la orilla
Del canal o los pinares sentenciados
Cómo dolía no acabar de creerse
Que un día levantaríamos de nuevo nuestra casa
Y nuestros manteles sábanas y servilletas
Ondearían de nuevo
Como banderas de nuestra patria
Allí en la calle Jaén
Sobre los plátanos y los pinos del jardín del invierno
Era el tiempo entonces de la amenaza
Del sitio / de las obras como trincheras
Aún no le habían apretado el cinturón del todo
Al Torrero republicano
Bien lo sabes tú
Cuánto dolor por la aventura perdida
Cuánto dolor por no poder sumar los brazos y las manos
Empleadas ahora allí donde el buey pace
Y olvida engordando entre arriendos e hipotecas

Así que os voy a contar
Honesta y llanamente
Un poquito
Un casi nada
Lo que coge en una mano
Un manojo de memoria cereal
Del barrio que me parió
Del barrio que me dio toda una infancia
Para vivir la vida
Y añadiré un poquito
Un casi nada

Cuatro recuerdos amados
De mi juventud de la mano
De aquella que me acompaña
Y que dejó su barrio de Zaramaga
Para hacerse ciudadana del mundo
En la república independiente de Torrero

En la calle Palma de Mallorca se abrieron mis ojos
O eso creo
Al mundo
Y en la Paz de mi infancia
El mundo era la calle de Lucas Mallada
La huerta del Adobero
Y las graveras
Donde nacían cantando los gitanos
Nacían bailando

El cielo era la casa de mi abuela
Aunque en su infierno
La guerra dormía aún en el fondo de los cajones
De una tierra de hombres secos se vino
A la Zaragoza de las higueras de las huertas y las parras
Y encontró su casa sin saberlo
Sobre los huesos de su hermano asesinado
Sólo aquí en la Paz
Floreció su nombre de Rosa
Entre cuentos canciones y romances
Y al amor de su pecho endurecido
De vendedora ambulante de pescado
Sus palabras de adobe y flor de mayo
Sembraron en mi boca la poesía

Luego creció el mundo
Se llenó de caminos / de calles
Que eran ciudades o eran hombres
Oviedo La Coruña
Lasierra Purroy Lóbez Pueyo
Mis piernas crecieron recorriéndolas
Dibujando su geografía de tiendas colegios cines
Amigos y enemigos íntimos
A Zaragoza entonces todavía se bajaba
Y era toda una aventura de autobuses y de mercados
Aún guardaba el portero
La escalera hacia el cielo de la casa
Y de cuando en cuando la fiebre
Venía con su maletín de cuero
Y la aguja fría y certera del practicante
Don Rafael por más señas

Era el tiempo en fin de la peseta del remiendo y de la iguala
Pero qué fiesta de mujeres
De vecinas que una tarde
Deciden de repente reordenar el mundo
Y fríen / comparten rosquillas / hijos
Casan naipes
Cuentan chistes
Intercambian chitos
Crían canarios
Llenan el mundo de geranios de cactus y de clavelinas
De casas abiertas donde aprender
Que la generosidad es abundancia
Y que la solidaridad
Tiene las manos prestas
Aunque no haya sido proclamada
Una de las virtudes teologales

Tendría en fin que nombrar tantas cosas
Tendría que hablaros cuando menos
Del amor de mi madre
Cosiendo y descosiendo el mundo
De la hombría de bien de mi padre
De los otros padres obreros compañeros amigos
De mi tío que era una canción
Que era la alegría y la sorpresa de la mañana
De mi abuelo Germán
Que sigue vivo en mi sangre
Y también / ya los nombré
De José Antonio de Tomás
De Luis o de Rosendo
De los recuerdos más amados
Del amor con que mis pies recorrían tus calles / Torrero
De la mano de mi compañera
De la sonrisa de mi hijo Adur que llegó a respirar tu aire
De nuestra casa abierta a los amigos a los nuevos vecinos
A un futuro deseado
Pero sería tanto como hablaros del mundo
Como contaros cómo se ensancha el horizonte
Cuando alguien te escucha
Sería tanto como hablaros
De la voz que crece y se llena de voces y de jergas
De la libertad conquistada
De los labios menores
De edad enmudecidos ante la belleza
Del primer beso de la primera borrachera
Y de los ojos verdes del sexo
Que mudaba entonces su piel de serpiente en los pinares

Francamente
No hay vida para tanto
Y esto es
En definitiva
Con todos mis silencios
Con todos mis olvidos
El barrio que habita mi pecho y mis recuerdos
Os preguntaréis quizá
Por qué mi discurso
no hace mención al progreso
Por qué ignora deliberadamente
Las grandes expectativas
De un distrito residencial con puerto y centros comerciales
Por qué definitivamente olvidé los muertos
Ignoré la Historia

Qué queréis que os diga
Mis palabras son siempre así
Y ya os lo he dicho
Crecieron en mi boca
En el barrio que me hizo barrio
Y son un poco sucias
Siempre sin asfaltar
Sin aceras y sin vertido
Acabadas un minuto antes
De su inauguración pública
O permanentemente en obras
Y así como a mí me las dieron
Como un don
Así como llegaron a mis manos
Abiertas al hombre y a la vida
Así os las traigo y os las ofrezco y quiero
Que sean para vosotros
Palabra comunal
Conversación de vecindario.



Carlos Bozalongo


jueves, 23 de septiembre de 2010

MI HIJO QUERÍA SER MAGO…





Mi hijo quería ser mago
Quería irse de casa
Para ser aprendiz de mago
Quería creer en la magia
Como se cree en la mañana
Cuando abrimos los ojos
Ahora mi hijo / sin embargo
Baja a la plaza
Y mira al día
Como un caballo blanco
Que da vueltas en la plaza
Una sonrisa
Una mirada
Delata en sus ojos
El gesto de un hombre
Que comparte cómplice
La coartada de los cuentos
Y no cree ya en la magia
Ya no cree en el cuervo
En cuya pupila
Somos tan sólo dos hombres en la plaza
Mi hijo aún
Ignora la magia
Que lo trajo al mundo
Como una chispa entre los labios
De su madre
Ignora la magia / la gracia de la amistad
Del consejo que llega a los labios
Como un cigarro
Como un porro que rula
De mano en mano
Ignora la magia
De la música
Del trabajo acompasado
Ignora
Que hay que tener los ojos
Las manos y la boca
Dispuestos para la voz
Abiertos a la verdad
Como la plaza se abre al horizonte
De sierras y cielos
Desconoce
La magia del instante
En que salta una rana y rompe
Los cielos del agua
No conoce
La puntada
El eje del momento
De la puerta entreabierta
En la casa que gira
En el bosque de los cuentos
Desde donde ahora le escribo.



Carlos Bozalongo


miércoles, 22 de septiembre de 2010

AHORA QUE YA SABEMOS





Ahora que ya sabemos
Que el bosque es necesario
Que es precisa la hoja
Que es necesaria la manzana
Ahora que ya sabemos
Que el dinero no alimenta
Ahora que ya sabemos que el trabajo
No es lo mismo que el oficio
Ahora que ya sabemos
Quién se queda el beneficio
Ahora que ya sabemos que los vampiros
Ven su rostro en los espejos y toman
El sol sin vergüenza
En paraísos fiscales
Ahora que ya sabemos que los pobres
Heredarán las deudas
Ahora que ya sabemos que es tan fácil
Creer en el mal de ojo como en las advertencias
De las autoridades sanitarias
Ahora que ya sabemos
Que los frentes populares
No pueden ganar unas elecciones
Sin que todo acabe
Pareciendo un accidente
Ahora que ya sabemos que los reyes
No son nuestros padres
Ni los padres de nuestros vecinos
Ahora que ya sabemos
Que el gobierno no quiere
Que los profesores hablemos
En exceso en nuestras clases
Ahora que ya sabemos que el hombre
Puede ser criado intensivamente
Gracias a los modernos
Barrios residenciales
Ahora que ya sabemos
Que Madre Patria
Son dos palabras
Irreconciliables
Ahora que ya sabemos cómo hacer
Que el deseo mate
Más que el deber cumplido
Ahora que ya sabemos
Que un crucifijo en la pared
Es un recordatorio / una amenaza para el que quiera
Montar el Cristo
Ahora que ya sabemos lo que espera
Al que desbarata los puestos del mercado
Ahora que ya sabemos
Que la Tierra tiene
Más colores que el mejor de los cielos
Ahora que ya sabemos
Dónde vive Dios
Ahora que conocemos
Dónde están las llaves de su casa
Ahora que ya sabemos que están hechas
De carbono
De hidrógeno y de oxígeno
Ahora que ya supimos
Lo que es el terror
Ahora que ya sabemos
Que es necesaria la hoja / que es precisa la manzana
Que la verdad es necesaria
Cuando la mentira
Ha perdido su valor
Que nos hace falta la poesía

Ahora sabemos
Lo que tú y yo hacemos en el bosque.



Carlos Bozalongo


martes, 21 de septiembre de 2010

EPÍLOGO





(Para la obra de Rolando Mix Río de Amor)

De / para / con Rolando

Més fort que la mort és l'amor

Porque el amor también
Tiene uñas labios heridas

Porque persigo un cuerpo interrogante
Porque más allá de los límites
Borrosos de mis dedos
La carne azul del mundo está llamando

Porque para que yo fuera he sido
Multitudes vertidas en torrente
Porque para que vaya a ser
He de encontrar mi cauce en el tumulto

Porque para llegar crucé tantos ríos
Crucé un río azul
De lágrimas que abrió mis ojos
Un blanco caudal de leche sagrada
Una roja ola de sangre
Derramada de cuna en cuna
Porque pongo en juego la vida
Cada vez que muero y apuro
La copa de tu cuerpo hasta las heces

Porque amo todo lo que con la sangre
Entra o sale
Amo la cifra de tu cuerpo
Que te donó la madre
La traza de los pasos de tu danza
Sobre la tierra fértil
La letra dura la pisada
Del hombre en la carne del tiempo
Los remolinos ácidos
De la memoria

Porque he probado tu sabor
Porque tu piel está en mis dedos
Porque tendrá tus ojos
Mi cuerpo renacido
Porque tus manos serán alas
Para esta larva empecinada
Porque está ya en mí tu sabor
Está en mi lengua

Porque río de amor
Porque todos reímos
Ante el cadáver del mundo
Porque reímos hasta la raíz
Última hasta el nacedero
Porque amo la vida incluso en la muerte
Porque soy mix soy mezcla arrebatada
Por tu cuerpo o el mío por
La sangre y la leche en que hemos fermentado
Porque ya no soy pero he de ser

Amo, muero, escribo


Ólvega, invierno de 2003



Carlos Bozalongo


lunes, 20 de septiembre de 2010

ORACIÓN






Madre nuestra
que estás en las aguas,
que estás en la tierra roja,
que estás en el fuego de las entrañas
y en el aire preñado de cada tarde.
Escribo cada día
con la esperanza
de bendecir tu nombre,
tu nombre y tu enigma
que, como el aliento,
contiene todos los nombres conocidos
y todos los nombres desconocidos;
tu nombre, que he olvidado,
pero que deshojo
cada noche
como una flor nocturna.
Vuelva a nosotros
la Tierra sin reinos
donde una vez la humanidad fue niña.
Hágase tu voluntad,
que une raíces, tallos y hojas
y enhebra con un hilo de sangre
a vivientes y no vivientes;
pero deshágase la mentira,
que arranca y niega,
pedazo a pedazo, nuestra leve
existencia.
Danos hoy,
aunque nunca haya sido nuestro,
el pan de cada día,
así como la encina o la espiga
prodigan sus frutos con la sabiduría
de quien sabe que tan sólo
se posee aquello que se da.
Y aliméntanos también con tu
palabra,
que recrea, recompone y pare,
cada mañana,
la carne azul del mundo.
Perdónanos nuestra ignorancia
porque, cuando pedimos libertad,
debimos haber reclamado justicia.
No nos dejes confundir
la limpieza con la muerte
y líbranos del olvido.

AMÉN.



Carlos Bozalongo


domingo, 19 de septiembre de 2010

Semana de Carlos Bozalongo




Cuando muera




Cuando muera, yo sé que más pronto que tarde,
pero ignorando la mano que me llevare a ese portal,
encomiendo mi última voluntad al portador de la sangre
que en mis venas, de iguales apellidos, también arde.

Más orquesta que una caja cerrada yo no quiero
ni velatorio de lágrimas en mi última laguna.
Flores las justas y acuérdense que nunca me gustó
arrancar la vida de una flor para adornar lidia alguna.

Las rosas blancas siempre para mi madre reservé
y nunca su elección fue casualidad bajo mi ojo:
Inmaculada y eterna Ella en su camino, jamás osé
manchar siquiera su recuerdo con mi pasión de rojo.

No me lloren ni digan que fui buena,
tampoco aseguren que quedo en paz,
sólo yo sé de mi calvario y mi pena
y de tantos días que me costó caminar.

Plañideras no consientan en mi entierro
ni gachones que lleguen a lucirse vean mi cara.
Cuiden de mi perra y de mi perro
esa noche. No les digan que me fui sin ellos.

Pueden recordarme ahondando en mis escritos,
no me crean sola o abandonada al hacerlo,
¡No me gustaron de hipocresía los teatritos
ni aquellos que el culo vinieron a lamerlo!

Todo lo que dejo aquí es menos de lo esperado.
Y mi Boscán será mi hermano, jamás lo he dudado,
todos mis versos y palabras yo los cedo a su cuidado.

Quémenme. Tanto dolor sólo el fuego puede matarlo.
He de caminar, muerta, primero el Infierno
para después, purificada, el verso en Ella, atarlo.

Digan en mi despedida que tuve un invierno
de alma desde que mi madre partió con premura
y que sólo me mantenía erguida en mi averno
el despiste perpetuo de mi hermano y su ternura.

Cuando me digan “hasta luego”, adornen con melodía.
Si el reencuentro se da con “mi inmortal”, y así lo espero,
no encontrarán mejores acordes que los de esta sinfonía.

Y no lloren, en esta justa todos caemos
y nunca devota de vida me confesé.
Lo importante, que nos llevaremos,
es el gran amor que, aun herido de muerte, os regalé.

Porque a todos os quise, a mi manera,
y de todos algo grande en mi alma guardé.
Y ahora, que me aguarda nueva vereda,
porto en el espíritu vuestro querer.

No me lloréis,
el amor inmortal es.

Y yo,
ante todo,
os amé.



Verónica Victoria Romero Reyes


sábado, 18 de septiembre de 2010

Más que abierta, viva




Hoy la herida más que abierta está viva
y en los dedos traba ignoracia para que obvie
la métrica y su cuidado. En su reino ¡Qué altiva!

No me gustó jamás el protocolo anticuado
con el que afinan tontas trompetas de alabanza
ni placer me supuso el alarde continuado
cuando ahora trócase en amiga lanza.

En el cielo siempre satélite el mismo
que da cobijo a los enamorados de un día.
¡Oh amor fatuo que no puedes seguir el ritmo
de un solsticio de amor en cercana lejanía!

Ya sé por qué portamos este estigma,
la herida abierta es sólo la cubierta
del brazo verdugo que la vuelve un enigma.

Mas me supongo yo,
perdonen mi evasiva,
que si la herida se abre,
la sangre fluye… viva.

¡Y en eso ando! Fregando borbotones
que han manchado mi suelo,
enormemente, con carmesines goterones.

Dudo si mi vena vendar o mi suelo pulir.
¿Es más relevante crecer que sobrevivir?

En verdad qué tristeza que me ahoga.
Busco consulo en anónimas voces.
¿Es hora de buscarme ya la soga
o permito que me sigan dando coces?



Verónica Victoria Romero Reyes


viernes, 17 de septiembre de 2010

Yo, que no entiendo




Yo, que no entiendo más que lo que veo y compruebo,
que no oigo más que aquello que acude a mis oídos,
que no hablo sandeces sin sentido y padezco mutismo de rumores,
que cargo su silencio en mi lomo ya vencido,
yo, verduga de verdugos, tengo el plumaje decidido.

Y, ojo, ni es de cordero la vestidura
ni en nidos de cisnes se alzan mis vuelos.

He de ver los avernos subir al cielo
y las alturas quejumbrosas en el suelo.

Porque yo, que no entiendo, veo.
Y, ante todo, siento.



Verónica Victoria Romero Reyes


jueves, 16 de septiembre de 2010

¿Sabes tú?





¿Sabes tú, soberana, de criatura inerme,
ente pobre y flaco o débil mortal que,
incendiada de amor, como yo enferme?

¿Sabes el destino de aquel cometa
sepultado entre sucias escombreras
cuyo destello te solivianta e inquieta?

¿Escuchas el clamor de mis llanteras
titubeando en gotas de silencio
la sangre que rubrica estos poemas?

¿Tropiezas tu cabeza en piedras alguna vez
incitándola al recuerdo amargo que existe
naufragado en las olas que, amadas, quisiste?

¿Quemazón ronda tu mirada triste
un día tras otro, en cada estrella
indultando con tus rezos mi querella?

Te respondes sí en tu clausura
esclavizando el alma que murmura:

“Aunque sin vida me hallaran en titubeo tierno,
verso mío en universo eres, aire, desatino y hermosura,
oro en vena en la sangre de mi amor eterno”.



Verónica Victoria Romero Reyes


miércoles, 15 de septiembre de 2010

Manifiesto arcaico




En mi lenguaje, tan inhóspito en ocasiones,
una mentira aclamada es una porfía,
un recital de versos son declamaciones
y una nostalgia de pasto ajeno es algarabía.

En mi verso, tan retorcido y detractado,
abunda la metáfora sentenciosa,
el ritmo acentuado de reojo pesado
y la oculta verdad escandalosa.

Todo lo digo con forma mas con disimulo,
no concibo triángulos en lo angosto,
y, aunque el pudor oculta la debilidad,
cierto es que, con poca solera, yo reculo.

Tanto me afané en disfrazar mi daño
que, sin darme cuenta, y en hora equivocada,
hice de mi pasar en la vida un cuento extraño
donde no me siento más que bestia amansada.

Una calle es un pasaje
y un corazón es un mundo.

¿Un cambio? Yo digo viraje.
De Calderón, hija bastarda de Segismundo.

Anquilosada en el clásico,
discípula de Góngora.

Culterana.

¿Pedante? ¡Por supuesto!

Porque la lengua es carne de amor.
Y en el amor, nunca puede haber desgana.



Verónica Victoria Romero Reyes


martes, 14 de septiembre de 2010

Quizá quererte no es suficiente




Quizá quererte no es suficiente
y respirarte en mil convulsiones
no satisface tu curiosidad velada
y te piensas, en error, brisa imprudente.

¿Dar el alma a Mefisto, dejarla condenada
no es herejía en el credo de mis pulsaciones?

Quizá, en la noche, ignorando en sueño
la imagen que refractas en lo onírico, inconsciente,
no logras entrever que los labios se afanan
en pronunciar tu nombre, sólo y único, bien tangente.

Quizá el insomnio es otra manera de amarte,
de retener tu imagen durmiente en mi párpado
por no saber que somos hoja de árbol que cae
cuando menos se espera y más otoño se nos viene.

No hay verbo conjugado que contemple la RAE
que sumerja en significado el amor que te tiene
quien, hoy, a hurtadillas y con desmerecido garbo,
afirma que saber de ti es el lazo que el alma,
al cuerpo,
me retiene.



Verónica Victoria Romero Reyes


lunes, 13 de septiembre de 2010

Vengo a decir




Vengo a decir que me encontraba
buscándote
o esperándote.
Sólo por conocer a quién amaba.

No recuerdo la canción.
Y sí la llantera.

No recuerdo la noche.
Y sí su tiritera.

Vengo a decir que fue difícil espuela
tu añoranza,
tu evocación.
Sólo por dar hiato a quien, hoy, me cela.

No recuerdo la cabalgada.
Y sí la montura.

No recuerdo la carrera.
Y sí su hendidura.

Vengo a decir que fue distante sino
anhelarte,
presentirte.
Sólo mistificar de tu enjuague mi destino.

No recuerdo la brújula.
Y sí el camino.

No recuerdo el horizonte.
Y sí un norte confundido.

Vengo a decir que fue intuición
tu talle erguido,
o tu postura.
Sólo ser letra de mi ambición.

No recuerdo el poema.
Y sí la cadencia.

No recuerdo la estrofa.
Y sí tu ausencia.

Y vengo a decirte, aún a riesgo
de descubrir mi talón tan protegido,
que eres cisma y sempiterno sesgo
donde cayó, frágil, el futuro invertido.

Y, loca de ternura, en tal manera,
vengo a decir que, siendo mansedumbre,
eres la bestia y eres la fiera
donde calmo mi tosca raidumbre.

Si descubrir afanes
es mi propia traición,
vengo a decirte,
tranquilamente,
que eres acento,
hiato y sinéresis
en mi preclara pretensión.

No hay mal que tú no sanes
ni estribillo que no acompases.
Sin ti todo fue mera ficción
y sentires fueron ademanes.

Y ya que quemé una treintena
recreándome en tu hallazgo,
déjame ser la lágrima en tu pena
y la obra de arte en tu mecenazgo.

Como yo, poco labio te habló
de alma, de vida o de sus teoremas.
Ningún espíritu mi amor halló
en poco o mucho que tú no temas.

Y ahora, despojada de armadura,
vengo a decirte,
quizá arcaicamente,
que lista o tonta,
alegre o triste,
no soy más reflejo
que aquello
que ya tú viste...

Si poco, lo siento.
Si justo, me alegro.
Si mucho, mi ego resiento.

¿Cuándo coloreaste de blanco un océano negro?

Vengo a decir que no recuerdo el dónde.
Y sí el momento.

Vengo a decir que no recuerdo el cómo.
Y sí su sentimiento.

Y vengo a decirte que tu beso
en mi labio enhebrado
no fue bálsamo y sí el bautizo
de una infiel de eterno amor confeso.
¡Enajenado!

Porque sin ti las cicatrices nunca llegaron
y las heridas, en mi dermis, fueron siempre
salva de sangre que mi luna jamás aclamaron.

Y ahora, que eres sagrario de mi vena,
no hay ni un sollozo, ni una tristeza
y no me rinde ninguna estrella,
en relojes de nocturnidad,
al abismo de lágrima o de pena.

Vengo a decirte, con claro descaro,
que acaparas minutos y horas,
que descubre el enigma raro
el navío que en mis peñascos escoras,
que eres la savia y no el alimento
donde almibaro el salitre de mi lamento.

Vengo a decirte, el alma en vilo,
que eres el aire que yo respiro.

En conclusión,
vengo a decirte y decirme
que no conozco más vida
que la de, en tu vida, yo, morirme...




Verónica Victoria Romero Reyes


domingo, 12 de septiembre de 2010

Semana de Veronica V. Romero Reyes






Quiero que me sumerjas





Quiero que me sumerjas hasta el fondo del sueño, que mueras conmigo en él, que la realidad se hunda y seamos solo el sueño desde el que no se divise por no haber ya realidad.



Santiago Tena


sábado, 11 de septiembre de 2010

Apagad la luz





Apagad la luz, borrad
verso a verso y amor cada palabra,
hoy la luz es mentira, el monstruo yace
herido y verdadero y apagad
ya su luz, el monstruo yace
sin máscara, sin voz,
el monstruo está llorando:
apagadle la luz,
dadle fuerte en el alma con su verso,
dadle fuerte,
dadle al amor sus alas, colmad su libertad
monstruo y ángel bendito, dios en tierra,
monstruo y ángel maldito y varón de dolor:
no llevas luz, no llevas
en las manos el alma
ni en la voz el sentido
ni luz en la intención,
monstruo y ángel perdido: del cielo toda voz
te da tu renta, del cielo toda voz
te da tu luz: encendedme el amor.



Santiago Tena


viernes, 10 de septiembre de 2010

Soy perdedor de sombras





Soy perdedor de sombras,
de versos que no existen;
las rimas que el azar roba a mis labios
se pierden por no hacerte
pensar,
no sea que en tus labios las recuerdes.

Pues todo tu presente es mi memoria,
e invade los caminos.
Aunque no te des cuenta,
pues aquí mi impaciencia te confunde,
te dejas engañar;
perdida la razón,
la luz no necesita ya explicarse
(la tengo yo en las manos y en los versos).

Amor me quita amor;
de tanto desear,
me he cortado las alas.
Ya no sé qué recuerdo
podemos llamar nuestro.
El tiempo te ha acogido,
y tus ojos y tú
os estáis enterrando,
y en la luz con que el tiempo te ha dormido,
me veo, me distingo, te despierto.



Santiago Tena


jueves, 9 de septiembre de 2010

Me he llenado de tiempo




Me he llenado de tiempo
para que la esperanza me amenace,
y así mi libertad,
para que el mundo viva
sin sospechar quién soy:
quien resiste a la luz su luz aguarda.
No tengo ya silencio,
y hace el tuyo el abismo:
ha perdido mis versos tu alegría,
y ya no los reclamo.
Son vísperas de un sueño,
del alivio que no me he de atrever
a arrebatarte.
Mi soledad escala:
Babel no es confundida cuando calla.


Santiago Tena


miércoles, 8 de septiembre de 2010

Sabes




Sabes,
sin saberlo,
de mí, lo que yo sé:
que estoy donde tú estés,
que siempre estás aquí,
que siempre me repito nada sé.
Lo sé mejor que tú:
te quiero aunque no estés
(y siempre estás y sabes
que lo sé).


Santiago Tena


martes, 7 de septiembre de 2010

He de invocar tu amor




He de invocar tu amor. Luego no amarte.
Mi víctima has de ser, mi sacrificio.
Has de ser el principio de mi vicio,
de mi mal la bandera y estandarte.

Amarte, te he de amar tan solo en parte,
sólo en parte he de estar a tu servicio.
Total me sentirás si te acaricio
pues total he de ser por agradarte.

Pero es todo un parcial absolutismo,
mis afanes más puros son parciales,
son fracciones de amor, como es parcial

mi entrega más ardiente y sensüal,
como falso es mi amor, como abismales
tu pesar, mis engaños, mi cinismo.


Santiago Tena


lunes, 6 de septiembre de 2010

Encantos que no te alcanzan




Encantos que no te alcanzan,
condenas irremisibles,
imperfecta perfección.
Y aunque insista, aunque me empeñe,
aunque tú no te des cuenta,
aunque quiera lo imposible
sabiendo que es lo mejor,
no cambiarás.
Y en esa perdición,
también yo pierdo.


Santiago Tena


domingo, 5 de septiembre de 2010

Semana de Santiago Tena




ALGUIEN




Alguien, en otra época inconcreta
que un día visité, vistió mis trajes,
pisó mi casa, recorrió mis viajes,
alguien que usó mi nombre y fue poeta.

Aún vuelve a veces, tristemente esteta,
a fingir para mí sus personajes.
Ahora lo intuyo: cifro sus mensajes
y trato de acallar su voz secreta.

Ese que me vivió, ¿aún sigue vivo?
¿O entregó a mi presente su futuro?
¿Viene de él o de mí su desconcierto?

¿O murió ya y escucho su eco oscuro?
Si he de ser su cadáver, lo que escribo
vendrá a remolque de ese antiguo muerto.



Joaquín Sánchez Válles


sábado, 4 de septiembre de 2010

PERMUTACIONES...





PERMUTACIONES A LA MANERA DE JUAN EDUARDO CIRLOT
SOBRE EL SONETO A UNA CALAVERA DE LOPE FÉLIX DE VEGA CARPIO



Esta cabeza cuando viva tuvo
sobre la arquitectura esta cabeza
carne y cabellos tuvo esta cabeza
en estos huesos cuando viva tuvo.

Aquí la rosa de la boca estuvo
con tan helados besos de la rosa
aquí los ojos de esmeralda rosa
que tantas almas de la boca estuvo.

Aquí la estimativa, la hermosura
el principio mortal cometa al viento
donde tan alta presunción al viento
desprecian los gusanos la hermosura.

* * *

Sobre la arquitectura cuando viva
aquí la rosa de la boca rosa
carne y cabellos tuvo cuando rosa
en estos huesos de la boca viva.

Aquí los ojos de la boca estuvo
el principio mortal de la hermosura
boca esmeralda aquí de la hermosura
cometa al viento de la boca estuvo.

* * *

Aquí la rosa tuvo cuando boca
aquí los ojos viento de hermosura
carne y cabellos cuando la hermosura
mortal arquitectura cuando boca.

* * *

Boca mortal en hermosura rosa



Joaquín Sánchez Válles


viernes, 3 de septiembre de 2010

COMO UN POETA ÁRABE





Te pregunta el copero el vino que prefieres: blanco o tinto.
Rocío son los dos que en dos flores rebosa: lirio y clavel. En ambos está el cielo:
uno rompe en el alba, otro el ocaso quema.
O, si te gusta más, el vino es una moza que para ti sonríe:
mira sus dientes limpios y sus labios mojados.
Pero tú de la risa escoges su sonido:
dientes y labios ríen: blanco y tinto sea el vino, con tal que te embriague.



Joaquín Sánchez Válles


jueves, 2 de septiembre de 2010

ESE CABALLO




Azul de fiebre, ese caballo llega,
cubierto de sudor, del horizonte.

Sabe que morirá. Y te necesita.
Necesita apoyar en tu regazo
su cabeza deforme y agitada.

No temas.
Pasa tu mano por su crin,
no dejes que agonice solo.

Ese caballo arde de amor. No temas
su contagio: hace mucho
que has muerto ya de aquella peste.



Joaquín Sánchez Válles


miércoles, 1 de septiembre de 2010

AL SUEÑO





Me acostumbré a dormir desde muy niño.
Mi madre me cantaba con su voz de granadas
una canción que no he de recordar.
Pero era una canción hecha de sueño
que alzaba muy despacio la cortina del sueño,
y yo entraba en su reino de puntillas,
con los ojos cerrados para no despertar.
Desde esa vez primera
acudí cada noche a visitarlo.

El sueño es muy cortés: apenas basta
un débil parpadeo sin objeto,
un cansancio muy leve en las muñecas
para ocupar su casa de viejo señor lánguido.
Amigo venturoso, nunca exige
una larga antesala en los jardines:
a todos tiene abiertos sus salones de arena
sin una fatigosa iniciación.

Preguntaréis acaso qué me ha enseñado el sueño.
Nada, es verdad;
por eso lo amo tanto.
Compañero indolente,
ni niebla en el paisaje ni perpetua agua gris,
nada viene a entregarnos,
como un amante inmóvil
cuya presencia basta para ser.

¿Semejante a la muerte?
Si algo lamento acaso de mi muerte
es saber que ya nunca me volveré a dormir.
Definitivamente,
oh sueño,
definitiva imagen de la vida.



Joaquín Sánchez Válles