viernes, 24 de septiembre de 2010
TORRERO
Volver al barrio siempre es una huída
Mario Benedetti
Me piden que os hable de mi barrio
Que convoque aquí como si tal cosa
Las calles y las plazas
De Torrero de Venecia de la Paz
De los montes y de los pinares
Que convoque aquí
En este círculo de palabras mal medidas
El canal y las graveras
Las tiendas del barrio los hombres las hormigas
Ya que estamos quizá también
Debería hablaros del progreso
De las comunicaciones y de las incomunicaciones
Y aunque no huelan tan bien
Como para ser expuestas internacionalmente
De las chabolas de la cárcel y del cementerio
Ya puestos podría convocar hasta a la Historia
Pero sería tanto como hablar de la muerte
Y de los barrancos donde habita
Sin embargo lo mío
Francamente
Os lo confieso
No son las convocatorias
Ni los círculos mágicos
Nunca se me dieron bien
Las redacciones escolares
Ni mucho menos los panegíricos
Yo
Como ya os habrán advertido
Solo tengo de brujo lo que tengo
De aprendiz de poeta
Y es oír barrio
Y no puedo pasar más allá de la palabra barrio
Pronuncio sus letras
B A R R I O
Y es lo mismo que atreverse a decir Hombre
Lo mismo que abrir los ojos
Y encontrar que la mañana nos aguarda
Con las calles puestas
Con su afán
Con su mercadillo abierto
Con sus voces de mujeres y de hombres
Con su canto de canarios enjaulados
Y su olor a verdura y a tripas de pescado
Y así digo barrio
Y me sabe la boca a pan recién comprado
A pan caliente que exige paciencia
Que pide espera para entregarse
Para alimentar dos veces
Con la miga de las conversaciones
Y la corteza endurecida de la vez dada
Del lugar conseguido entre los iguales
Lo digo una vez más
B A R R I O
Lo repito y va perdiendo
Su arbitraria articulación de nombre
Y suena entonces como perro vagabundo
Suenan sus erres a autobús proletario
A aceras rotas
Donde la vida enseña sus dedos verdes
Suena a canteras y graveras
Suena a bullicio de bares y de mercados
Y en la o que lo cierra como un círculo
Suena
En suma
A vecindario
Escribo luego barrio
Y en cada letra hay un olor
Hay una tarde que se llenó de esperanzas
Lo leo
B A R R I O
Y descubro también sus sombras
Está lleno de nombres de amigos
Enrique César Susana
Juan Conchi Yolanda
Y tantos otros definitivamente olvidados
Está lleno de hombres que fueron
Padres tíos o hermanos
De profesores que sabían enseñar
Con ilusión y con sorpresa
Fernando Tomás
Rosendo
Poeta de guardia en el bar Valencia
Y también Luis y Koldo y José Antonio
Y está lleno sobre todo de vecinas
Que eran madres de repente
La señora Marce
La señora Tere…
Algunos se fueron
Todos se quedaron cuando yo me fui
Y hoy que los nombro
Me llenan de sombras
De nombres y rostros perdidos
Desvanecidos sin una simple despedida
Con previsión de un luego un pronto o un mañana
Porque es fácil ser hijo
Ser hermano o amigo
Ser vecino
Cuando el tiempo nos pertenece
Cuando huele y sabe y tiene piel
Y una tarde dura lo que dura una tarde
Que puede ser toda una guerra
Toda una cacería de lagartijas
Un partido una batalla
Una conversación o un beso
Un disco de Hendrix o los Cramps
Que da vueltas en otoño bajo el humo verde del hachís
O un simple paseo con olor a caramelos
Pero siempre nos equivocamos
Siempre erramos
En las cosas que más queremos
Y el olvido las ocupa y las habita y nos desaloja
Y se escapan los rostros y los nombres
Como se escapa el autobús mientras inútilmente lo perseguimos
O definitivamente nos resignamos
Pero el caso es que no puedo engañaros
No puedo hablar del barrio que ya no habito
Son ya diez años de lejanía
Puedo eso sí
Contaros cómo habita en mí
Esa república de mujeres y de hombres
Cómo Torrero cómo la Paz me llenan de calles / me hacen plaza
Cómo siguen enseñándome a ser hombre
Con dignidad de niño que aprende a ojos llenos
Cómo me hago yo mismo barrio
Cuando tomo la palabra
Por el gusto de hablar con los prójimos
Y soy entonces el cónsul de Torrero
El anfitrión de la Paz allí donde ahora soy
Una vez más vecino
Pero para que no haya malentendidos
Antes de nada quiero que conste
De palabra y por escrito
Que de Torrero no me fui
Me desterraron por libre oposición y falta de sesera
Me exiliaron de mi vida y de los míos
Me dejaron bien claro
Que no había un lugar para mí
En sus listados de vacantes y comisiones de servicio
Bien sabes tú que ahora me escuchas
Cuánto dolor había en el recuerdo de nuestra casa vacía
Cuánta añoranza de nuestros pasos por la orilla
Del canal o los pinares sentenciados
Cómo dolía no acabar de creerse
Que un día levantaríamos de nuevo nuestra casa
Y nuestros manteles sábanas y servilletas
Ondearían de nuevo
Como banderas de nuestra patria
Allí en la calle Jaén
Sobre los plátanos y los pinos del jardín del invierno
Era el tiempo entonces de la amenaza
Del sitio / de las obras como trincheras
Aún no le habían apretado el cinturón del todo
Al Torrero republicano
Bien lo sabes tú
Cuánto dolor por la aventura perdida
Cuánto dolor por no poder sumar los brazos y las manos
Empleadas ahora allí donde el buey pace
Y olvida engordando entre arriendos e hipotecas
Así que os voy a contar
Honesta y llanamente
Un poquito
Un casi nada
Lo que coge en una mano
Un manojo de memoria cereal
Del barrio que me parió
Del barrio que me dio toda una infancia
Para vivir la vida
Y añadiré un poquito
Un casi nada
Cuatro recuerdos amados
De mi juventud de la mano
De aquella que me acompaña
Y que dejó su barrio de Zaramaga
Para hacerse ciudadana del mundo
En la república independiente de Torrero
En la calle Palma de Mallorca se abrieron mis ojos
O eso creo
Al mundo
Y en la Paz de mi infancia
El mundo era la calle de Lucas Mallada
La huerta del Adobero
Y las graveras
Donde nacían cantando los gitanos
Nacían bailando
El cielo era la casa de mi abuela
Aunque en su infierno
La guerra dormía aún en el fondo de los cajones
De una tierra de hombres secos se vino
A la Zaragoza de las higueras de las huertas y las parras
Y encontró su casa sin saberlo
Sobre los huesos de su hermano asesinado
Sólo aquí en la Paz
Floreció su nombre de Rosa
Entre cuentos canciones y romances
Y al amor de su pecho endurecido
De vendedora ambulante de pescado
Sus palabras de adobe y flor de mayo
Sembraron en mi boca la poesía
Luego creció el mundo
Se llenó de caminos / de calles
Que eran ciudades o eran hombres
Oviedo La Coruña
Lasierra Purroy Lóbez Pueyo
Mis piernas crecieron recorriéndolas
Dibujando su geografía de tiendas colegios cines
Amigos y enemigos íntimos
A Zaragoza entonces todavía se bajaba
Y era toda una aventura de autobuses y de mercados
Aún guardaba el portero
La escalera hacia el cielo de la casa
Y de cuando en cuando la fiebre
Venía con su maletín de cuero
Y la aguja fría y certera del practicante
Don Rafael por más señas
Era el tiempo en fin de la peseta del remiendo y de la iguala
Pero qué fiesta de mujeres
De vecinas que una tarde
Deciden de repente reordenar el mundo
Y fríen / comparten rosquillas / hijos
Casan naipes
Cuentan chistes
Intercambian chitos
Crían canarios
Llenan el mundo de geranios de cactus y de clavelinas
De casas abiertas donde aprender
Que la generosidad es abundancia
Y que la solidaridad
Tiene las manos prestas
Aunque no haya sido proclamada
Una de las virtudes teologales
Tendría en fin que nombrar tantas cosas
Tendría que hablaros cuando menos
Del amor de mi madre
Cosiendo y descosiendo el mundo
De la hombría de bien de mi padre
De los otros padres obreros compañeros amigos
De mi tío que era una canción
Que era la alegría y la sorpresa de la mañana
De mi abuelo Germán
Que sigue vivo en mi sangre
Y también / ya los nombré
De José Antonio de Tomás
De Luis o de Rosendo
De los recuerdos más amados
Del amor con que mis pies recorrían tus calles / Torrero
De la mano de mi compañera
De la sonrisa de mi hijo Adur que llegó a respirar tu aire
De nuestra casa abierta a los amigos a los nuevos vecinos
A un futuro deseado
Pero sería tanto como hablaros del mundo
Como contaros cómo se ensancha el horizonte
Cuando alguien te escucha
Sería tanto como hablaros
De la voz que crece y se llena de voces y de jergas
De la libertad conquistada
De los labios menores
De edad enmudecidos ante la belleza
Del primer beso de la primera borrachera
Y de los ojos verdes del sexo
Que mudaba entonces su piel de serpiente en los pinares
Francamente
No hay vida para tanto
Y esto es
En definitiva
Con todos mis silencios
Con todos mis olvidos
El barrio que habita mi pecho y mis recuerdos
Os preguntaréis quizá
Por qué mi discurso
no hace mención al progreso
Por qué ignora deliberadamente
Las grandes expectativas
De un distrito residencial con puerto y centros comerciales
Por qué definitivamente olvidé los muertos
Ignoré la Historia
Qué queréis que os diga
Mis palabras son siempre así
Y ya os lo he dicho
Crecieron en mi boca
En el barrio que me hizo barrio
Y son un poco sucias
Siempre sin asfaltar
Sin aceras y sin vertido
Acabadas un minuto antes
De su inauguración pública
O permanentemente en obras
Y así como a mí me las dieron
Como un don
Así como llegaron a mis manos
Abiertas al hombre y a la vida
Así os las traigo y os las ofrezco y quiero
Que sean para vosotros
Palabra comunal
Conversación de vecindario.
Carlos Bozalongo
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