En aquella pared, suspendido
por la escarpia oxidada del destino,
se atrevieron a secar las lágrimas
de visitantes sin cámaras al pecho.
“Loca”
titulaba la pared,
único cartel sin punto rojo,
el resto de cuadros no estaba.
Allí quedó, dormida,
colgando de su propia silueta.
Jesús Arroyo
lunes, 16 de abril de 2012
Retrato sin rostro
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