domingo, 7 de marzo de 2010

Aguardando su ejecución




Ahí, detenido contra el muro, al amanecer, sus ojos
descubiertos,
mientras doce armas le apuntan, él con calma siente
que es joven y bien parecido, que desea estar bien
afeitado,
que el horizonte distante, rosa pálido, se convierte
en él
—y, sí, que sus genitales conservan su propio peso,
hay algo triste en la excitación de ellos —ahí donde
los eunucos miran,
es ahí donde apuntan; —¿se ha convertido ya en
la estatua
de sí mismo?
Él, viéndose ahí, desnudo, en un día brillante
del verano griego, arriba en la plaza —mirando a lo
que está arriba
él mismo tras los hombros de la multitud, detrás de
las apresuradas turistas de grandes glúteos,
detrás de las tres viejas falsas de sombreros negros.


Yannis Ritsos

Trad. Jaime Nualart


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