viernes, 12 de marzo de 2010

SUEÑOS PRESTADOS



Para Liuba, Asia y Rosse

Sentadas sobre inviernos prestados
las amigas conversábamos
alrededor del fuego y de la nieve.
Un aroma a cicatrices nos besaba el pelo,
pero no importaba. Entonces nada nos era ajeno.
El dolor de los demás, era también el nuestro.
La pequeña Liuba repartía
palabras mojadas en café.
¡Amigas para siempre, para siempre!
Lo repetía una y otra vez.
Su voz se deslizaba
sobre las horas áridas y arrugadas.
Pasó el tiempo con sus doctrinas cotidianas,
sus vaivenes, embarazos
y divorcios.
Poco a poco la distancia entre nosotras
se hizo espejo.
Sólo perduraron las postales de Navidad
con las palabras de la pequeña Liuba.
Daba igual dónde estuviera ella
o dónde respirara yo.
Siempre había un ¡amigas para siempre!
en el buzón de casa.
Más tarde,
una maldita mina de veinte dólares
le hizo agujeros en la lengua
y sus ojos de caramelo senegalés
se perdieron en un país sellado
por misiones de paz.
En mis sueños el blanco aullido de la nieve
regresa para recordarme esos inviernos prestados
en los que un día, las amigas soñamos
con palabras mojadas en café.



Marta Navarro


3 comentarios:

ybris dijo...

Emocionante, Marta.
La amistad puede quedarse como distancia entre un espejo y su imagen o como una manifestación de permanencia inquebrantable: siempre será viva y fecunda.
A lo que no hay derecho es a que quede truncada por una maldita mina de veinte dólares.
Ni a que su rastro sea el regreso del blanco aullido de la nieve: frío de recuerdos cálidos.

Terriblemente bello, amiga.

Besos.

entrenomadas dijo...

Ybris, es un poema que me duele leer, pero que al mismo tiempo me recuerda a un tiempo que se rompió por una maldita mina de veinte dolares.

Gracias y besos,

Marta

Chesús dijo...

Precioso poema, terrible historia...
Malditas las guerras y los hijosdeputa que las crean.
Me encanta cómo nos envuelves en tus historias, creando ambientes, tejiendo mundos... Una auténtica maravilla.
Muchos besos.
Chesús