viernes, 26 de marzo de 2010

Michael Berger...



Nº 5


Michael Berger trabajaba en su estudio sobre el impacto de los sueños
en los paneles de la bolsa newyorkina,
mi esposa y yo jugábamos al escondite,
José María Aznar leía el Post en el servicio de George Bush y su señora,
Europa ofrecía anillos de cristal,
y el Papa -enfrente sor Enrica, salesiana- ganaba su diaria partida de parchís.
Aquel 11 del 9 todavía
el mundo cultivado era feliz sin días imprevistos.
Seguramente algún poeta
estaría manando por la herida,
y los enamorados viscerales harían fuego en sus insomnios,
pero eso no empujaba las puertas de las celdas
ni daba voz a los silencios.
Cuando Atta se estrelló
y el mundo fue un televisor manchado de humaredas,
yo miré al cielo,
y un ángel
se convertía en cuervo providente.



Adolfo Burriel


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