Ya no se viste de levita verde
Ya no dirige airoso el baile de los
árboles.
Una mano incendiaria le arrebató la
vida
y ahora sólo es un esqueleto inerte.
El mirlo canta una balada triste
por su amigo que fue cómplice de
festejos,
y la luna acaricia su cuerpo
calcinado,
derramando en la tierra
su llanto inconsolable.
María Dolores Tolosa
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