Quisiera por un día
tenerla cordura de los locos,
la inocencia de los niños
y la sabiduría de los abuelos.
Suspirar versos
como inmortales poetas,
navegar por el cielo
cabalgando a lomos
de nebulosas olas.
Quisiera vivir en paz
y morir acompañado,
escuchar una melodía de Sabina
acompañada de un poema de Miguel
mientras Van Gogh
siembra girasoles en mi piel.
Quisiera besos,
aunque sean robados.
Te quieros,
da igual que sean falsos,
ya solo me queda la esperanza
de mentiras desechadas,
miradas rotas y sueños vacíos.
Quisiera
no tener que escribir estos versos
entre cartones mojados
por las lágrimas de lo que nunca fui.
Francisco Bermejo
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