Quien teme sufrir, sufre ya de lo
que teme.
MONTAIGNE
El obstáculo físico que implica
acomodarse a un brazo escayolado
muestra a las claras las debilidades
del cuerpo, la absoluta sumisión
a la historia de un lance personal.
El vibrante arco de la mano ociosa
concluye que una mera contingencia
cambia el rumbo de la posteridad
y me convierte en presa fácil y susceptible
de padecer un nuevo contratiempo.
Del citado desorden da cuenta el reducido
medio en el que suceden mis acciones
confinadas en tan precario espacio,
la ruptura instintiva de los hábitos
que dan cabal sentido a la existencia.
Pero, asevera el docto moralista,
del mal también se aprende,
porque si se gobierna y se somete
tan sólo a su dominio el arbitrio
sin extender ni introducir su séquito,
procura provechosos resultados.
Veta que otros humores, más dañinos,
avancen sin escollo alguno y causen
al fin mayor merma que beneficio.
Quien recompone formas y destino
intencionadamente corrige la torpeza
y de su ciencia emerge un yo curado.
Carlos Alcorta
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