jueves, 13 de junio de 2013
Aguacero
Ha llegado la lluvia.
Repentinamente acarició mi cara
sabiéndome lluvia.
De la ciudad emergen pequeños soles,
cañaverales de cristal.
Los coches hablan lenguas muertas,
hojas negras vierten en las aceras.
Fragancia de lluvia irrumpe en los sentidos,
impregna los labios,
endulza la saliva.
Delgada transparencia
derrama el agua en los ojos.
Armoniza mi cuerpo.
Tiene la lluvia dulce voz,
la siento cuando me llama.
Ella, sabe mi nombre.
Marcos Jimenez León
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