jueves, 27 de junio de 2013
La lápida con tu nombre
Y veo claveles que cortan
como desenvainadas espadas
y rosas que matan
con sus espinas en celo
desde las puertas de los cementerios
que callan por no escupirme
las verdades sin quimera
que otros no se atreven
siquiera a sugerir.
Y miro la tumba fría,
la sangrante calavera
ciega de ira y de vacío,
que desde su oscura oquedad
me acusa de todos los delitos
que cometí entonces
y que creí haber olvidado.
Quizá sean imaginaciones mías
pero hoy están más sucias
las fúnebres calles,
más agresivas las flores
en sus maceteros de plástico
y el aire me niega
su liviano saludo.
Pablo Iruzubieta
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario