viernes, 28 de junio de 2013
Lázaro
No temas y continúa,
levántate y anda,
aunque el tiempo
hienda tus rodillas
y la pena quiebre
tu cansada espalda;
aunque no encuentres
salida alguna
y el laberinto
se te haga eterno.
No te preocupes
pues me tendrás ahí,
como un cayado firme
en el que apoyarte
y un rescoldo vivo
al que te puedas acercar.
Pues las penas compartidas
son besos y son manos
y, entre dos, los dolores
son medio dolor.
Sigue adelante,
que no te frenen
la derrota o el miedo;
que no te embauquen
mercachifles del fracaso
ni titiriteros tristes.
Y, ante todo,
ante todas las cosas
(aún cuando la muerte
al fin te cerque)
sonríe, sonríe siempre
que la vida no destruya
esa perlada hilera
de sueños e ilusiones
que aún nos quedan
por cumplir.
Pablo Iruzubieta
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