sábado, 5 de octubre de 2013

Cubres de caricias la clandestinidad






Vistes el recuerdo con mi nombre, deshaciendo pigmentos de luz entre gotas que se escapan a la lluvia.

Arremete sigilosa la afonía en tu oscuridad.

Cierras la ventana, la habitación tiene sombras que se marchan escondiéndose de cada palabra.

Y desvelas cada noche lo prohibido entre sábanas arrugadas.

Resuenan campanillas azules en la luz del crepúsculo. Rojo.

Alas envueltas en piel recorren tu cuerpo desafiando a la excitación.

Buscando refugio en los balandros que navegan con cautela, repletos de caricias por desembarcar.

Encadenado a un sin sentido, extenuado por lo indebido, naufragas en la tempestad.

Ahora sí tiene certeza la luna de tu delirio.

Desarmado en la orilla, descansa entre brasas la espuma blanca.

Sigue lloviendo dentro de ti.

Y de mí. Lirio.


Un instante duró mil horas, desvistiendo de silencios palabras ordenadas.

Cubriendo de amaneceres tu pensamiento.

La luz de la mañana no es diáfana, se convierte en opaca.



Susana Násera


1 comentario:

Rafael dijo...

Todos debiéramos aprender algo parecido cada día.
Un abrazo.