sábado, 26 de octubre de 2013

Una cabeza rodaba





Una cabeza rodaba. Se detuvo al chocar con mis zapatos. Era la cabeza de mi primer Amor. Semejaba una primavera con los ojos apresados entre dos botellas. Al reconocernos, sonrió. Y las noches que compartimos en un bar que desapareció manoseado y vacío de presagios se presentaba en forma de miniatura desgastada. Pregunté por su Vida y casi sin poder interrumpirla dijo: que sólo necesitaba de cuerpos que girasen como ocas atontadas, pero que, por alguna razón política, Dios nos los hacía bajar a la tierra. Recordó que perdió un Amor en el pasillo de un crucero. Que la punta de su taco se atascó en la Boca de un amante muerto. Dijo que heredó un pisapapeles con el que sujeta las cartas de sus queridos. De lo que fue su Amor por mí, ni una Palabra. Sentí que los sueños encastraban adioses en el Aire caliente. Cansado, la pateé y cayó al cordón. El Agua de la lluvia arrastró la cabeza hasta la esquina. Quedó con los ojos esperando un cariño excesivo. Gritando: el Amor es esa vara que masticamos hambrientos y con cierta ansiedad.



Samuel Bossini

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