lunes, 9 de diciembre de 2013
Romance con Celaya
Cantaba el alma Celaya,
De coraje eterno:
-“Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día”
Y mi corazón le decía
en una especie de ensueño:
-“Cosa extraña en esta vida,
Pues lejos del sentimiento
Queda a veces el poeta,
Que en el agujero del ego
Busca gloria sin valores,
Pozo al que el fin no veo.
Se pierde en lo absurdo
De un huracanado viento”.
Y Sonreía Celaya:
- “nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo”.
Y asombrada me arriesgo:
-“Pues Don Gabriel errada ando
Si no es decorado el verso.
Que el sentir es destinado
Al brotar de un romancero,
Más fuerte, libre y profundo,
Capaz de estremecer, lo bello.
Y de nuevo Celaya:
- “Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden”.
Entonces yo me alegro:
-“Yo canto a la razón de ser:
Lo sentido, mas los afectos,
Los latidos, son vivencias
Que se expresan con el verbo
y si tiene el don de la belleza,
escrito o en susurro fresco,
puede mover la conciencia
de una sociedad y sus presos
encerrados en cavernas
que solo poder y dinero
hacen cabalgar veloces
como jinetes dantescos
sin pensar en la herida
que el paso en ese trayecto
puede dejar en los demás.
Celaya, gran maestro,
Me alegra seguir su pensar,
Que si el arte y su museo
Buen fin es, el verbo pleno
Que de sentido corazón
puede unir en aliento
Y variedad de culturas
En ese sentir fraterno
Que brota de la pura alma
en las personas, no en cuervos,
Y confluye en la gran unión,
Bendito sea en el tiempo.
Lo que maldigo, si permiten
Al gran Bécquer siguiendo,
Es el oro y la gloria
Que lo que adorar quiero
Es la sola libertad
Y comprarla no puedo.
Isabel G. Jiménez
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