Veo vaivenes en todo,
invisibles a los demás:
las horas envolviendo las horas
las olas plegando el mar.
Declives al final de las cosas
transitando el final;
el silencio, antes o después de la voz
será tumba de la
errática palabra.
El sueño envuelto
en el párpado cegado
será vencido
a primera luz del día,
y triunfará
otra vez
la realidad.
La escarcha,
como la sombra
desbaratada al roce
sutil de la luz.
El amor, terminado
el temor, la sed,
el brillo de todo
cubierto por la pátina
sublime del tiempo.
Para que otro ser nazca
y diga otra verdad.
Para que otra era
nos suceda.
Las estaciones del año,
la voracidad de la vejez
que toca todo rasgo de vida
la lluvia que se vuelve río
y el río que se vuelve mar.
El péndulo preso
en su cofre de caoba
palpita al ritmo fugaz
y convencional del tiempo.
Va y viene, viene y va
persiguiendo en su compás
horas que nunca medirá.
Vaivenes en los besos
en la mano que dice adiós,
cuando sucumbe el fuego
y el frío que gana
su batalla final.
Luis María Lettieri
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