Puedo darme a la cópula
con los hermanos Dalton y sus sobrinos
con la imitación barata de Bruce Willis
con el panadero de la esquina
y su puto padre.
Hacerle una mamada de infarto
a ese chico que la noche pasada
me invitaba a recitarle al oído
y al morenazo de al lado.
Cabalgarme a los tres mosqueteros
sacarle brillo a la vulva de mi amiga
o dejarme jincar por la quinta del setenta y cinco.
Pero es rozar tus labios
y las arterias se trabucan.
Así andan las cosas, ya ves.
También yo sobrevivo
en el país de los cobardes.
Aunque me permito acompañarme
de las sonrisas que te robo
cuando pides el siguiente cubata.
Las doblo con cuidado y así quedan
entre las costillas y el esternón.
Y con eso me basta.
Beatrice Borgia
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