viernes, 3 de junio de 2011

ESCARABAJOS DE AZABACHE






Duermen los escarabajos,
de azabache,
prendidos, entre tu pelo ciego.

Agradezco sus cosquillas,
porque despertaron
a las libélulas de cristal
que simbióticas vivían,
adosadas a mis muslos,
lastrándolos, tácitamente,
como si fuesen de metal.
Apoderándose de ellos,
con su mirada de jabalí
torva y aciaga.

En aquel tiempo,
las arañas dudaban, si comerse
mis nalgas. A pesar
de que silbaba la serpiente
subiendo
por mi espalda, sudorosa y mojada.

Y aunque ya no soñaba con lechos
de flores perfumadas, la tempestad
me arrebataba, furiosa,
todas las caracolas, abrasadas.

Y tú, ahogándote en bocas nacaradas,
de niñas ebrias
que sueñan
entre algodones verdes.
Dormido
en el almíbar de otros tiempos,
naranjas y dorados.

Sobre alzados tacones,
con paraguas mojados, brillan
las botas altas,
de mil caperucitas rojas,
perdidas en el bosque de mi llanto callado.



Anaís Pérez Layed


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