sábado, 4 de junio de 2011
MIS MANOS DESNUDAS
El oráculo siempre responde
Sí
a mi pregunta,
pero tú no vienes,
y te espero ante la hoguera
de mi cuerpo,
cada hora de mi vida.
Cuidando, como una vestal,
el fuego secreto,
así nunca se extingue
la llama en la que ardo
por la que sigo viva.
Cada noche
prendida la mantengo
hasta muy tarde, hasta que la aurora
enciende una vez más el cielo
de oro y de granates.
La vida hoy,
también amaneció bailando,
entre los árboles del bosque,
alrededor del circulo de piedras,
sin consolar mi llanto, mis heridas...
Y colgada de los ojos ámbar,
de un pájaro oscuro,
bailo aún descalza, despidiendo
los últimos reflejos de la luna. Vistiéndote,
interminablemente,
con mis manos desnudas.
Anaís Pérez Layed
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