Y sin embargo,
el vacío es fecundo, lo llena todo,
se traga las palabras
y las lágrimas,
inunda los sentidos:
ciega, calla, muda
aleja las huellas y la piel
de la punta de los dedos,
deshace las caricias…
no sabe de luz ni de color
no sabe
de la flor ni su corola, de los pétalos y anteras,
de estambres y pistilos,
no separa sépalos, cálices y ovarios
hosco, despoblado y yermo
el golpe irracional, seco y seguro
quiebra la fibra enhiesta,
arranca la raíz,
seca la rama, dispersa las hojas verdes
con la eficacia del cierzo en el otoño,
hiela la savia
y todo se detiene
y el vacío y la nada lo inundan, lo diluyen
como una niebla,
como la nieve que cubre la tierra
y borra el horizonte
__nada y flota en el vacío__
como en un caldo primigenio
en la vorágine del caos,
en la oscuridad de lobo.
Mariano Ibeas
martes, 21 de junio de 2011
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