martes, 2 de julio de 2013
Las tijeras se aburren en el costurero
Las tijeras se aburren en el costurero.
Con el pico cerrado son un pájaro absorto
en rutas de papel, de seda, de cabellos.
A veces seccionan estas nubes deshilachadas
que son los cordones umbilicales del firmamento
y me desconcentran de la labor.
Y acabo flotando
entre el tejido y el ensueño.
Llegaron hasta mí otras tijeras
como regalo de despedida.
Castigadas en un cajón durante meses
me estremecía hallarlas por accidente
y acabaron de punta en la basura.
Nunca supe si fue una conmovedora sutileza del inconsciente
o la metáfora más cruel y absurda del abandono.
Las de ahora no parecen mariposas afiladas
sino amables armas domésticas.
Observan mis desvaríos
desde las cuencas de sus ojos metálicos,
pero no me juzgan ni me amenazan.
Cortan los patrones de mis pensamientos
y los hilos perdidos
de las conversaciones de mi casa.
Charo de la Varga
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