Nunca conocí valientes,
solo hombres corrientes.
Hombres que morían en la noche
degollados por el silencio,
en la soledad de su mundo.
Guerreros que luchan heridos,
conducidos por el miedo,
ante la batalla de su vida.
Heridas, cicatrices, tormentos,
lamentos del niño no enterrado
que alumbra mil alientos...
de hombres desesperados.
Nunca conocí valientes,
solo hombres corrientes,
Amando Lacueva
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