Dejaste olvidadas
algunas caricias en mi cuerpo.
Tatuajes invisibles atravesados,
para siempre,
en los laberintos de la memoria.
A este lado
las horas, los minutos, los segundos,
avanzan como ejércitos de hormigas
devoradoras de tiempo.
Pero detrás de las ventanas
existe un enigma que lleva tus ojos.
Y como único alimento de mi obstinación
voy diseccionando un encuentro fugaz.
En la espera.
Charo de la Varga
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