Cuándo llega la tormenta
hasta la angustia,
un terremoto fiero hasta la boca,
la furia y la desobediencia
como un pacto
en un abrazo extremo.
Camino y todo apesta,
permanece la desolación.
Sólo tus ojos tristes
que no se rinden nunca
buscando pájaros y sueños
donde sembrar de nuevo el día
y su sonrisa abierta y llena
como un banquete inesperado
con una silla y mesa
para todos.
Domingo Acosta Felipe
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