Al descubrirte yerto
un frío recorrió mi espalda.
Sobre la hierba
muertos tu cuerpo y tu ternura.
Reposas en el jardin junto al ciruelo
bajo la densa sombra de sus hojas,
como tú elegiste.
Tenías la sabiduría
de las raíces de los árboles.
Cuando llegue la primavera,
las flores del ciruelo
tendrán tu aroma
Cristina Liso
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