lunes, 4 de junio de 2012
EFÍMERO MASCULINO
Recorren largas distancias,
largas charlas en los bares
para no ser distancia.
Esperan toda la noche
en busca de la más perfecta
y remota madrugada.
Corren a gran velocidad
lo noto en sus ojos, desorbitados
y en la locura de su mirada, frenética.
Ansían llegar
y no ser ellos.
Navegan en ríos de saliva,
se guían por el olfato,
buscan el perfume más intenso
que los pierda.
Quieren tocar fondo.
Se embarcan en los flujos y corrientes
más profundas.
Quieren estallar, estallar y olvidar.
Y estallan
y olvidan
y la mañana los levanta inciertos
desconcertados, extranjeros en su cuerpo.
Y se van, remotos,
más remotos aún que cuando llegaron.
Y recorren largas distancias
en los días, en las noches,
y hay tanta fuga en sus miradas
que se diría que quieren morir lejos,
muy lejos.
Pero no, no es eso,
quieren marchar,
tocar el infinito
y volver.
Y vuelven,
la elipse de su deseo los arroja de nuevo
a esta orilla,
al lado más oscuro de la noche.
Traen un extraño temblor entre sus manos
y un terror renovado en sus miradas.
No entiendo su espanto enfurecido,
cuando me miran y no se acercan.
cuando me miran y se van.
Una vez más
la inefable voracidad de la mecánica celeste
los arranca de mi lado.
Se deben a sus órbitas fijas.
Reyes Guillén
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