Eres paisaje entre la bruma de mis días
Te atisbo en mi mirada
Estás naciendo a mí como nace el sol tras una fría noche de invierno.
Lanzas tus rayos insolentes y todo se descubre a los pies de tu luz de fuego.
Habitas el cielo para mí.
Entre jazmines me allanas el camino a tu esencia.
Y aprietas el paso enredándote por mi cuerpo en verde hiedra.
Acaso una piedra interrumpe mi paso,
tu piel de arena adormecida,
se arremolina en el soplo del viento
y juega a cambiarme el destino como si fuera agua.
Juegas con el día y lo vuelves de colores.
Cáliz de frutos sagrados sirves a mi mesa.
Eres tú, melancolía de otoño, copo dulce de nieve,
alegre primavera y verano de agua fresca.
Ven
Ven hacia mí.
Deja que mis ojos se embelesen.
Que disfrute del perfume de tus flores más de cerca.
Ven.
Y quédate aquí.
No anochezcas jamás sin brindarme las estrellas.
Ana Vivero
6 comentarios:
Hermoso. Me siento muy satisfecho al poder volver a disfrutar de las estrellas de tus versos, Ana Vivero... Aunque sean fugaces como Perseidas.
El clasicismo de la poesía se rinde ante los impulsos de tus libres versos.
Gracias, Francisco.
Vaya!! Tus palabras son un maravilloso piropazo a las palabras de esta humilde mujer que nunca aspiró a ser poeta y que, como bien dices, escribe por impulsos, que son pulsos, eso sí, del corazón.
Mil gracias, José.
Besos
Gracias a ti, Ana. Lo haces maravillosamente bien y es un placer poder disfrutar de tu obra. Saludos admirados.
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