De la inconsistencia de los pétalos
sí no sí no
sin conocer la obsesión real
que los reclama.
Sacrificar la flor
la frágil flor
la arrancada flor
la flor entre dedos asesinos.
Destruir la belleza subordinándola
al antojo adolescente
a esa intriga temprana y pretenciosa
de averiguar si dios existe.
Y la necesidad de preguntar por qué es tan descuidado.
Amparo Paniagua
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