Que alguien nos rescate
de la inconsistencia de los momentos.
Que broten en torrente violento
los agradecimientos y los favores
con el fin de exorcizar demonios
venidos de lejos.
Desprestigiad la intransigencia.
Codiciad labios y piel.
Invocad la belleza.
Servid en bandeja a vuestra mente
la alegría del amor minucioso
y el arte de hacer promesas calladamente.
Convertíos, en fin, en seres voluptuosos e intrépidos
para darle pretexto a la vida.
Amparo Paniagua
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