En el lugar secreto de nuestras citas
te recibo bajo el manto que todo lo enmascara,
noche volandera que traes en tu sudario, flotando,
nuevos ecos.
Distingo la música que suena lejana detrás de los tejados,
unos cómplices gemidos desde aquella ventana,
tu propio rumor envuelto en mil distancias,
el ritmo del latido que retumba en la sien.
Te barrunto cuando las sombras preceden tu llegada,
y me pongo en guardia por ese trazo de temor que me despiertas
al dejarme a solas con mis sueños,
opacos reflejos en tu espejo.
Te deseo a la vez como un amante indeciso
en el momento crucial de la renuncia.
Me agotará finalmente el abrazo opresivo
que urge al tiempo en tu contra,
pero te habré vivido sin movernos de la cama,
siguiéndote el juego
hasta que solo seas un color más
en la luz del nuevo día.
Eugenio Mateo
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