Surcos escritos en tu piel
querría recorrer sin máculas de prisa,
leer el mapa de tu cuerpo con la lente
que difumina la mirada,
a solas con tu halo de hermosura,
a sabiendas del peligro del fuego que me quema.
Dedos impacientes escarban el vacío
de tu nombre oscilante
con la danza incontenida del deseo
por sentir como mío el lecho de tu eco,
la propia soledad de un sueño
tras los rizos inexplorados de la ausencia.
Eugenio Mateo
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