que vive en una isla.
Me he puesto los zapatos blancos de soñar
y abarcado millas
en un brinco de suspiros.
Me encaramo
y me asomo a tu ventana,
(la que un día me dijiste que da al mar).
“Entra”, me gritas desde dentro,
y sigues dibujando unos papeles.
Uso de nuevo los zapatos
hasta llegar y sentarme junto a ti.
Te cojo de la mano que no usas.
“Mira”, te apunto:
allá lejos hay un barco.
“Ya”, respondes.
Y sigues dibujando.
Ángeles Fernangómez
7 comentarios:
Y esta semana justamente, regresa de su isla, tras más de 6 años rodeado por el mar. Bonita coincidencia.
Ángeles:
Este texto tuyo me ha aguijoneado por todo lado del alma.
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank Ruffino.
¡Ah, señor!, como me gustaría abarcar millas en un brinco de suspiros junto a tan gran poetisa. No se me despista la esperanza, pues tu me enseñas a ponerme los "zapatos blancos de soñar". Afortunado tu querido hijo de tener siempre tu mano alrededor de la suya. Será por eso que sabe centrar su atención en las cosas que sólo él sabe dibujar en su mente... Me encanta :-)
Lolo Rovira.
"Te cojo de la mano que no usas..."
Soñar al lado del hijo, guiarle a través de la mano que no usa, y mirar el horizonte y el barco junto a él. No por él, sino junto a él, dejándole hacer.
:o) Mi beso.
Laura
Gracias, amigos. Caray qué cosas me decís..., llegan al alma. No soy capaz de decir más, voy a ponerme los zapatos blancos de soñar.
Mil besos, os los tenéis bien merecidos.
Ponerse los zapatos blancos de soñar...los zapatos de ser la madre amorosa que eres.
Disfruta de tu hijo mientras lo tengas en la peninsula.
Un besote
Esta vez ha venido para quedarse (al menos por ahora)
Lo de dibujar es que es lo que siempre ha hecho, no es extraño que los zapatos blancos de soñar me hicieran verle dibujando y no fijándose ni en el barco que yo le contaba que había a lo lejos, por decir algo.
Gracias a todos.
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