Busqué en el cuaderno
donde germino la semilla de mis versos:
Había un zahorí sediento justo al lado
de una dirección de e-mail desconocida,
una confesión isleña que sostiene
que lo primero
fue mezclar mis huellas con huellas de gaviota.
Había una pena de madre entre unos besos,
y una vuelta a las raíces.
Prosodia y ditirambo
muy cerca de la venus Mariblanca al Sol,
ramos de esdrújulas en tarros verticales.
Había en mi cuaderno
caballos blancos y tequieros.
Todos sabemos que las llamadas perdidas
viven en el país del desencuentro,
afirmé en mis notas.
Y hasta me encontré con una cita
en que alimento a las olas con tomillo seco.
Pero lo que más me estremeció
fue comprobar
que aún palpito de otra forma
al ver el temblor de los álamos al sol y al viento,
aunque esa sonora danza luminosa,
de dorados verdes en tardes de verano,
la conozca
desde siempre.
Ángeles Fernangómez
domingo, 17 de julio de 2011
SEMILLAS DE POEMA
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2 comentarios:
¡Jesús bendito, Ángeles!: Este poema es una belleza de las grandes.
He descubirto por casualidad lo del crepusculario y no podía dejarlo pasar sin ponerte un comentario.
Un beso enorme, compañera, y mi felicitación.
Lo leo y parece que te estoy escuchando!!!!!
Besitos poetaza.
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