…nunca podré ser
sino tan sólo un hombre sucesivo que se escribe con sombras.
Luís Rosales.
Para poder decir el silencio
hay que volver a morir, con la voz quieta.
En los pasillos donde el mundo pide limosna
una mano cambia de sitio la miseria,
el polvo de los corazones
y el agujero de los vientres,
ese vacío flácido que nadie mira
y que duele a madera, a hollín de labios borrados,
a niños que llueven desde el borde del útero,
a cabezas sentadas sobre el esqueleto del cielo.
En una habitación sonámbula,
con todos los nombres dentro de un beso, se acuestan
los ojos de musgo, descansan para siempre las retiradas,
los pelotones de colores disciplinados,
las trincheras húmedas de emociones que sangran
mientras esperan a que nos reunamos, nosotros,
los oscuramente locos, los viudos de verdades y paredes,
los desheredados.
Marian Raméntol Serratosa
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