Con la piel arrodillada,
la respiración respeta el toque de queda
en esa zona de carga y descarga para besos decapitados,
una muleta urgente
arrepentida
hermana de la culpa que desborda puertas y ventanas,
sujeta a una mujer desnuda
que alarga los pasillos del deseo
y desparece entre azulejos repetidos.
Como en una cuerda floja
que cuelga a millones de kilómetros del suelo,
las calles reciclan los colmillos
a la espera de la humedad del desconcierto,
sus arterias viven de olvidos, mortajas
y la huida permanente de violines.
Las alcantarillas reprochan el pudor a las aceras,
secas, viejas, hondas,
no entienden por qué es necesario evitar al náufrago,
los vientres mojados de miserias
y el ahogo de todos los juguetes y lagartos
que siempre van de paso.
En este silencio que no es mío
hay lunes demasiado adultos
como para negar el dolor en los ojos ya ciegos.
Marian Raméntol Serratosa
1 comentario:
Una semana de lujo. Poesía para los sentidos, para el estremecimiento.
Besos Marian.
Gracias Fernando.
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