Te abandonaré bajo la tiranía de la palabra,
cuando ésta decida hacer contrabando y te descubra
haciendo estriptease en el tugurio de una vocal un tanto ronca.
Allí donde la frase sufre de autismo,
y el silencio en un “sin techo” que trafica en las esquinas.
No me pidas que matricule a todo el abecedario
en el conservatorio.
Se acabaron los renglones en la libreta de baile para barítonos,
y en las clases de teoría musical, una corchea “demodé”,
regala un lote de cuerdas vocales con defecto de fábrica,
como aspirantes a ser el nuevo idioma de las manos.
Que sea el gesto quien de la orden de búsqueda y captura
de la nueva circunferencia de mi boca,
y los labios, los expertos sombrereros
que curven el ángulo preciso con acento francés,
según dicen, el mejor con el que adornar a los amantes.
Nómbrame para que sea peligrosamente real,
antes de que mi respiración le hable de amor
al entregado motor de un Jet privado mono-plaza,
en el que conectar el piloto automático me sea tan fácil
como olvidar cada uno de los besos deficitarios
que se apoyan en el bastón de tu esqueleto.
Inventa una hora que vivir,
antes que mi indiferencia
baile una danza oriental con la desgana
o comience a nevar sobre los sostenes del destierro.
Marian Raméntol Serratosa
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