A Mariuge San Juan, soriana y amiga
Guardo días de parque y de paseo,
de caballito blanco en La Bollera,
de esplendor de manteles, por el Soto,
con color de meriendas compartidas
y un columpio de cuerdas y toallas.
Guardo el aliento de manos infantiles,
de canciones que alivian el camino
con descanso y refresco en una fuente;
el brotar de la vida en los sanjuanes,
el oro en las pisadas del otoño
por la ermita del santo y junto al Duero
y el olor de la lluvia en el Castillo.
Las horas y los rostros de cuantos nos vivieron.
Aún guardo mucho más en el refugio
deshelado en el tiempo del olvido.
Y no añoro el lugar
porque lo llevo.
Isabel Miguel
3 comentarios:
Los dos últimos versos... son el poema, el porqué del poema, el sentido del poema. Yo diría que son un poema.
Más... besos :o)
Laura
Opino como Laura, todo permanece mientras tenemos memoria, esos dos versos no deberíamos olvidarnos nunca.Me gustan tus poemas de lenguaje claro, tocan, no rozan.
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