El Mar de los crepúsculos
se abre en tu mirada para regalarte
esos caramelos que de niña no pudiste abrir.
Roberto Cantele.
Un Blues no es suficiente razón para morir.
Ya pueden tomarle las huellas dactilares en cualquier comisaría
que nuestra sombra cadavéricamente sensual
siempre se declarará culpable
de traficar con acentos en blanco y negro,
y un nombre sin arrugas.
El noticiero de lo irreal dará cuenta entre titulares
de lo sexy que pasa la muerte cuando nos roza la cara.
Pero hoy no es un buen día para la lectura.
Está sonando una luz triste entre los muertos
y ahí mismo, en el café de los desheredados,
hay un piano muy joven que nos mira.
Marian Raméntol Serratosa
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