Llevo un doble universo a las espaldas,
un ángel sin usar
con las alas todavía envueltas
en un paisaje de cigarrillos y conservas
de teclas a la pimienta.
Me tocó en una feria
un vientre afilado
donde sólo cabe un corazón,
y un juego de cuchillos
en la mirada de una luna en mal estado.
Los ojos se me escapan para adentro,
ciegos, ciegos,
entre algodones de inquina y disolvente
mientras voy mascando chicles de abandono,
y me conformo
con la vergüenza de aves anoréxicas
sobrevolando el asfalto del cielo
y mi melena de tiras de papel.
Marian Raméntol Serratosa
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