La noche sobrecoge en su desmayo
y una incipiente niebla
besa los arañazos que a la luz
del día recibí en mi cautiverio.
He salido de mí
dejando los grilletes en su sitio:
me esperan al regreso
en brumas de noticias que no cesan,
pero hoy, por un instante,
he sentido el impulso de lo libre,
la felina llamada de la noche
que insinúa deseos de ser yo.
He sellado con lacre la salida
que lleva mi razón hacia los otros
y camino sabiendo que se suman
a mis pasos pupilas de sagrados
cantos de libertad.
He vuelto la mirada a las estrellas,
siento que piso la humedad de Dios,
comparto con la noche el esqueleto
frío de las profundas magnitudes
y cubro los vacíos que yo mismo construyo.
José García Pérez
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